El vestuario el Força Lleida es una auténtica piña. Foto:elcontraataque.es |
No son un ejército de soldados
sino un equipo de jugadores de baloncesto. No son 300 sino diez jugadores y un
entrenador. No son mercenarios sino héroes. Força Lleida o el equipo de diez
espartanos. Todos luchando por una causa perdida. Jugadores que han sufrido la
estafa y la humillación en los últimos días. Los pusieron en el centro de la
diana a conveniencia. Jugadores que ya no tienen ni el derecho a reconocer que
les gustaría “ahorrar dinero” en una carrera profesional ya de por sí
corta. Me pregunto que estaría pensando el capitán del equipo Miquel Feliu para
atreverse a pronunciar esas palabras. El pecado de Miquel Feliu, reconocer que
le gustaría ahorrar, suficiente motivo para emparedarlo y fusilarlo de cara a
la opinión pública. La víctima contra la pared para dispararle por la espalda.
Son los diez espartanos de Lleida
conjurados para sacar la temporada adelante. En un club formado de la nada para
escapar de los embargos tributarios. Permitido por las altas instancias del
baloncesto político de este país. Desde José Luis Sáez a Ferran Aril
pasando por una Esther Queraltó mucho menos permisiva en su cargo de Secretaria
General de la ACB. Todos
miraron hacia otro lado. Un proyecto que era ya de por sí una locura. Sentar un
precedente. Marcar el camino
hacia todos los equipos que pasan
dificultades económicas, el no asumir sus obligaciones económicas sino la
creación de otra sociedad para evadirse de ellas. Cuando lo más importante era
evitar obviar algún detalle que más adelante pasara factura a los nuevos
dirigentes. La fisura. El encontrar una mera coincidencia para ejecutar el
embargo. Esta era la principal preocupación, el evitar la vinculación de
sociedades. Evitar la fisura para que no acabara en rotura.
Diez espartanos que deben apelar
a lo único que les queda, el honor. Tratados como trozos de carne que deben
venderse por unas pocas monedas. Despreciados por todos. A nadie les ha
interesado la situación, ni a los panfletos locales ni a esa
autoproclamada prensa a nivel nacional con sede barcelonesa reconvertida en un
vergonzoso periodismo de conveniencia. El periodismo del “no quiero líos,
esto no le interesa a nadie”. Hablo del Segre como también de las grandes
firmas del periodismo baloncestístico catalán.
De Xavier Pujol a José Ignacio
Huguet. Descubrir la enfermedad del neceser también en la capital
ilerdense. Lo necesario para llevar en la maleta de viaje. Periodistas que
olvidan su profesión de interés público y de servicio al ciudadano para ponerse
de rodillas ante los dirigentes.
Espartanos avocados a un
desfiladero para ser víctimas del genocidio. Jugadores que son los únicos que
pueden sostener este invento fraudulento. Competir por dignidad.
Ese es el espíritu de la
fotografía que encabeza la noticia. Cuando la unión hace la fuerza, el espíritu
de un equipo. Olvidándose de las monedas a pesar de ser tratados como carne. Lo
único que les queda es el orgullo. Entrenar, callar, jugar y ganar. Sólo
luchar. Juntos. Haciendo oídos sordos a las palabras de un presidente que
públicamente les recrimina que “con 1.000 euros tienen suficiente para
vivir en los tiempos que corren”. Cuando lo importante no son los problemas personales
sino el dinero. El sentir que su rendimiento en la pista no lo vale sino lo
cuesta.
Despreciados y hacerles sentir
culpables. Que sólo valen para matarse en una pista de baloncesto. No sirven
para nada más. Inútiles. Despreciando el sacrificio de toda una carrera llena
de obstáculos en la que no todos tienen la suerte de llegar a lo más alto. De
ahí el chantaje. El
presentar unos contratos no firmados por los jugadores en la Federación
Española de Baloncesto, hacerse las víctimas y obligarles a renegociar los
contratos con una reducción del 15%. Un presidente como Felix
González que se hace el sorprendido e inexperto en la gestión de clubes de
baloncesto pero que a la vez es el delegado en Lleida de uno de los bufetes de
abogados más prestigiosos de este país como es Cuatrecasas. Utilizar la carne
como un mercader y escupirla si no se puede vender.
En este asunto desafortunado un
José Luis Sáez que en lugar de pronunciarse públicamente por y para los
jugadores muestra apoyo y comprensión a la cúpula del club en uno de los
capítulos más fraudulentos en el mandato del presidente de la Federación Española
de Baloncesto. Pepe el Papa despreciando a los
fe(b)ligreses. Salvar la doctrina del método FEB o esos euros
recaudados en las arcas federativas para competir en la LEB Oro. La cara oculta
de un sistema porque no ganan medallas para fomentar la propaganda.
De la misma manera que el pueblo cree en la religión pero cuestiona
más a la Iglesia
los fieles siguen creyendo en un nuevo baloncesto pero cuestionan al Edificio
de Bronce. Los fieles tienen ahora mismo, en los diez espartanos de Lleida, el
símbolo a esa resistencia para evitar posicionarse en el ateísmo. Entonces ya
no serán diez los que luchan serán más de 300. Ya dejan de ser jugadores
anónimos para ser unos héroes. Cuando el trozo de carne recibe la eternidad
después que le hayan escupido. Ellos, los diez espartanos de Lleida, tienen
ahora la última palabra. Cuando el sudor derramado es más valioso que la saliva
malintencionada.
Artículo:elcontraataque.es
@elcapitaenciam
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